Qué es la dirección espiritual en el Montoya y para qué sirve

 

Vivimos inmersos en un tiempo marcado por la crisis del sentido y del valor. El sentido y el valor son aspectos del obrar humano, de nuestro actuar cotidiano, y determinan la orientación de nuestra existencia. Entonces surge una pregunta existencial desde lo más hondo del alma.

 

¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? La cual conduce a otras preguntas, ¿cómo puedo alcanzar la santidad en esta vida? o ¿qué es Dios para mí, qué significa para mi vida? Las respuestas de Dios para estas preguntas pueden darse por distintos caminos. Sin embargo, para encontrar las respuestas a estas cuestiones elementales de la vida, cada católico que sirve en la Iglesia debería tener un director espiritual. Como José María Escrivá señaló “No se te ocurriría construir una buena casa para vivir en la tierra sin consultarle a un arquitecto. ¿Cómo quieres levantar sin un Director el alcázar de tu santificación para vivir eternamente en el cielo?" Esto es verdad para todo el mundo, no sólo para el pobre, el simple o analfabeto sino aún más para el satisfecho con su éxito. El director espiritual te proveerá de las respuestas a tus preguntas según cambien nuestras circunstancias y como crezcamos en sabiduría y gracia, será como la voz de Dios que orientará tu vida en los momentos de crisis y dificultades, tormentas, angustias, dolores.

Cada persona es un singular hijo de Dios y amado por Dios con su particular código genético, temperamento, talento y experiencias de vida. Dios tiene un plan específico para cada uno. Discernir este plan particular debería ser el continuo fin de todo cristiano serio y comprometido con la realidad social. Como Dios normalmente prefiere trabajar a través de causas secundarias, surge directamente de los tiempos apostólicos, la práctica de buscar una dirección espiritual personal de una persona sabia y prudente quien puede guiarnos a lo largo del camino a la santidad con todos sus consejos y sabias palabras. El Asesoramiento Espiritual, en el Instituto Montoya está a cargo de un sacerdote que desde su formación se dedica a aconsejar, iluminar, sostener y alentar a todos aquellos alumnos y profesores que vienen con alguna inquietud o dificultad, o que están atravesando una sequedad en el alma. Algunos vienen a buscar en el sacramento de la reconciliación un poco de paz y sanidad interior. Entonces la tarea del asesor espiritual es compleja, y no llega a ser la de un director espiritual, sino más bien la de un consejero espiritual y confesor. Desde su rol trata de dar el consejo oportuno a cada persona para que vaya decidiendo de manera que su vida sea una respuesta fiel a Dios y a la circunstancia que está viviendo. Para ello no basta con saber las posibilidades que existen en abstracto. Es necesario además conocer a las personas, su carácter, su temperamento, su temple espiritual, para que no se dejen arrastrar por impulsos que quizás luego no puedan realizar nunca en sus vidas. Impartir un consejo espiritual requiere ser "expertos en humanidad" para no presentar a personas concretas unos objetivos que por sus circunstancias personales, sus inclinaciones naturales, sus talentos, su temple humano, no pueda llevar a cabo. Es realmente una tarea desafiante en un mundo tan secularizado como es el nuestro actualmente.

Se invita al que lee este artículo a que haga una experiencia de asesoramiento espiritual, a que no se ahogue en sus problemas, desde Dios siempre hay una esperanza que se abre para seguir caminando en la vida. Dios quiere nuestra felicidad. Dios te bendiga y te guarde.

 

 

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