XI ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz
Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
El pueblo estaba contemplando. Los jefes se burlaban y le decían: «¡Salvó a otros! ¡Que se salve a sí mismo si este es el Mesías de Dios, el elegido!». Los soldados también se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: «¡Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo!» (Lc. 23, 35-37).
Meditación extraída y adaptada del libro Como quieras tú de Francisco Fernández Carvajal
Miremos despacio a Cristo en la Cruz. «Pongan los ojos en el crucificado –aconsejaba santa Teresa–, y todo (dificultades, cansancio, escasez…) se les hará poco». Todo se les hará poco… Todo es llevadero si estamos cerca de Cristo en la Cruz, a quien amamos de verdad. «Amo tanto a Cristo en la Cruz, que cada crucifijo es como un reproche cariñoso de mi Dios: …Yo sufriendo, y tú… cobarde. Yo amándote, y tú olvidándome. Yo pidiéndote, y tú… negándome. Yo, aquí, con gesto de Sacerdote Eterno, padeciendo todo lo que cabe por amor tuyo… y tú te quejas ante la menor incomprensión, ante la humillación más pequeña…».
Oración:
Señor, que podamos abrazar el dolor, las enfermedades, las contradicciones graves, e incluso aquellas pequeñeces que a veces nos hacen perder la paz. Que podamos ofrecerlo todo por tu amor.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.