
XIII ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz
Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Mateo:
Al atardecer vino un hombre rico de Arimatea llamado José, quien también se había hecho discípulo de Jesús, y se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo entregaran (Mt. 27, 57-58).
Meditación extraída y adaptada del Vía Crucis Misionero del P. Luis Zazano
El consuelo siempre está en María. En cada aparición suya, en Lourdes, en Guadalupe, nos recuerda con ternura: "¿Acaso no soy tu Madre?" Cuando todo parece derrumbarse, cuando sentimos que Dios guarda silencio, María es esa presencia fiel que nos sostiene y nos devuelve la esperanza. Ella nos lleva a Jesús, y Jesús, en su infinito amor, nos confía a su Madre para que nos consuele con su bondad.
El cuerpo de Cristo, descendido de la cruz, fue entregado con delicadeza y amor a los brazos de María. ¡Qué privilegio haber estado allí, como José de Arimatea, Nicodemo o Juan, para cuidar su sagrado cuerpo! Hoy, también nosotros podemos acercarnos a Él con el fuego de nuestro amor, con nuestra entrega y nuestro deseo de acogerlo en lo más profundo del corazón.
Oración:
María, Madre del Consuelo, envolvenos con tu ternura y hacenos personas de esperanza. Que sepamos reconocer a Jesús en nuestra vida y darle un lugar en nuestro corazón, donde nadie pueda arrebatárnoslo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.